La chispa que incendia la pradera
Pocos calcularon con exactitud la magnitud de la convulsión social que sacudió a Bolivia, particularmente la primera quincena de octubre. Cuando empezó el movimiento, en septiembre, parecía que iba a ser una de las tantas movilizaciones o protestas sociales por un hecho puntual; en este caso el arresto de un dirigente campesino -por una causa discutible como consigna de movilización. Muy pronto se sumaron otras reivindicaciones y comenzó una huelga de hambre en las instalaciones de una radio aymara, en la ciudad de El Alto. Así quedó perfilado el la núcleo de la resistencia al neoliberalismo dirigido por una de las fracciones de la Confederación Sindical ú inca de Campesinos (CSUTCB), la de Felipe Quispe y el Movimiento Indio Pachacuti (MIP). Aquí se borran los límites entre partido y sindicato agrario, lo que no elimina ni logra cubrir las diferencias y fisuras entre dirigentes. Lo que llevó al núcleo de El Alto, más allá del reivindicacionismo concreto, fue, sin duda, la inclusión de banderas de lucha como la defensa del gas ("¡gas para los bolivianos!" y "¡no a la venta del gas"!) y el rotundo "¡No al ALCA!" Inocultable que estas dos consignas tienen un neto contenido antioligáquico-antitransnacional y antiimperialista. Para algunos, se trataba de una insospechada clarividencia, imposible en los enrarecidos aires de las cumbres altiplánicas.
La lucha planteada por el núcleo de El Alto fue acompañada de bloqueos de caminos y marchas que, si bien no tuvieron en su momento gran repercusión, fue una suerte de telón de fondo que alimentó continuamente la protesta social que se iba extendiendo a escala nacional. Así sucedió con lo que se constituyó en el 2° núcleo, el de Cochabamba. Este lanzó la iniciativa de una marcha nacional en defensa del gas, para el 19 de septiembre. En lo fundamental el núcleo cochabambino estaba integrado por la Federación de cocaleros, una "Coordinadora del Gas" el llamado "Estado Mayor del Pueblo', todos proclives al Movimiento al Socialismo (MAS) y su líder Evo Morales, amén de algunas organizaciones sindicales, que concordando con los objetivos de la lucha, pugnaban por mantener su independencia sindical (del Estado y de los partidos), vieja divisa de los gremios bolivianos.
La COB sienta sus reales
Estando convocada la marcha surge el "tercero en discordia, la COB, . que estrenaría su flamante Comité Ejecutivo, encabezado por Jaime Solares. Desconocida por el gobierno de Sánchez de Lozada (SdL), cuestionada por algunos sectores laborales manejados por los remanentes del viejo CEN oficialista y pro neoliberal; con el cliché de "obsoleta`-sin convocatoria", "muerta o moribunda', para los medios de comunicación y los "analistas", la COB, realizó el histórico Ampliado de Huanuni (17-IX-o3). En medio de una algarabía de posiciones inflamadas, de discursos incendiarios y hasta una que otra posición descabellada, espetada por elementos ajenos al movimiento obrero y sindical ("¡guerra civil, guerra civil!"), el ampliado ordenó la participación en la marcha del 19 declaró la Huelga General Indefinida y proclamó como objetivo central la RENUNCIA DE SÁNCHEZ DE LOZADA.
La marcha nacional, verdadera prueba de fuego para la COB, resultó multitudinaria, sobre todo en La Paz y Cochabamba y en los antiguos distritos mineros: Potosí, Llallagua Siglo XX, Oruro. En medio de un orden remarcable tronaron, sin embargo, los "cachorros de dinamita" recordándonos los fragores del combate social que, más de una vez en la historia boliviana y con centro en su combativa COB, infligieron humillantes derrotas a la oligarquía.
En medio de un ascenso paulatino de la marejada social, el día 2o de septiembre sobrevino la "Masacre de Warisata, lugar emblemático de la alfabetización aymara y de la ESCUELA AYLLU. El torpe embajador estadounidense, Mr. Greenle, pidió "rescatar" de inmediato a unos turistas estadounidenses (entre otros) que, sin embargo, la estaban pasando bien (bloqueo de por medio) en la sucursal del paraíso terrenal (Sorata, donde según Villamil de Rada nació la lengua de Adán, el aymara). La matanza, en la que participó directamente el Ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín (CSB), provocó una ola de indignación nacional. Localmente la gente se dispuso a la inmolación. Hasta tomó unos viejos fusiles Mausser que más los mostraron a la prensa, que los usaron efectivamente. Otra vez la vociglería era funcional a las necesidades de la represión.
Mañana la segunda entrega.