La Patria
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22/10/2003
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Primeras voces a favor de que Carlos Mesa acabe su mandato
Paniagua, José Luis

La Paz, 21 (EFE).- El nuevo presidente de Bolivia, Carlos Mesa, ha logrado en sólo cuatro días el apoyo de la población para afrontar la crisis que causó la dimisión de su predecesor, y ya surgen las primeras voces en favor de que se quede hasta 2007.


Mesa asumió el cargo el viernes pasado con la intención de encabezar un Gobierno de transición histórica que debía convocar elecciones transparentes, creíbles y efectivas, pero el consenso generado alrededor de su figura ha hecho que algunos vean en él a la persona indicada para dirigir Bolivia en un momento crítico.


Su antecesor, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, dimitió tras cinco semanas de huelgas y protestas contra un proyecto gubernamental de exportar gas a EE.UU. y México que causaron más de 70 muertos, y contra su incapacidad de frenar la grave crisis económica.


El primero en manifestarse abiertamente en favor de la permanencia de Mesa fue el presidente del Senado, Hormando Vaca Díez, quien le planteó el lunes la necesidad de completar el período constitucional de cinco años iniciado por Sánchez de Lozada en 2002.


Dada la magnitud de la crisis económica, social y política, no veo condiciones para que tengamos un gobierno de transición y estemos, dentro de pocos meses, en nuevas elecciones, dijo Vaca Díez.


El presidente del Senado declaró a EFE que su propuesta cuenta con el respaldo de su formación, el Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR) del ex mandatario Jaime Paz Zamora, y de otras agrupaciones políticas.


Según el senador, Mesa se comprometió a considerar la oferta.


Mesa tiene previsto viajar a Santa Cruz, para entrevistarse con las autoridades locales, con la satisfacción de que en los lugares por donde ha pasado sólo ha encontrado muestras de apoyo.


El gobierno apartidista de intelectuales e independientes formado para afrontar la crisis ha sido acogido con esperanza por todos los sectores, incluyendo a uno de los más enconados enemigos del anterior gabinete, el líder del Movimiento Al Socialismo (MAS), Evo Morales.


Pero donde realmente Mesa encontró el respaldo para lo que él mismo definió como una aventura política fue en El Alto, la ciudad aledaña a La Paz en la que Sánchez de Lozada comenzó a naufragar.


Las dudas que se cernían sobre una figura ligada al anterior gobierno, del que fue vicepresidente, se empezaron a disipar cuando Mesa llegó a El Alto para homenajear a los más de 70 fallecidos en el conflicto.


Allí, en una ciudad que sufrió más que ninguna los combates y los enfrentamientos entre manifestantes y militares, el Presidente fue capaz de despertar el fervor de la multitud con un emotivo discurso en el que pidió justicia para las víctimas de la represión.


El beneplácito otorgado por esta ciudad fue un gesto que ninguna organización pasó por alto y llevó paulatinamente a sindicatos y a agrupaciones sociales y políticas a flexibilizar posiciones y conceder al nuevo Presidente al menos el beneficio de la duda.


Ni tan siquiera la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), que lidera el radical Felipe Quispe, ha podido ignorar la luna de miel que Mesa mantiene con los bolivianos.


Las agresivas amenazas de lucha y de ríos de sangre proferidas por Quispe se convirtieron el lunes en muestras de afecto cuando Mesa subió al palco desde donde los líderes de la confederación campesina anunciaron 90 días de tregua al gobierno.