Marcha pasa Yucumo en paz e inicia ascenso (El Deber, 29-05-12)
La movilización se encuentra a 310 kilómetros de la sede de Gobierno. En filas indígenas ya se nota el cansancio. Hoy pretenden avanzar al menos 15 kilómetros
Pablo Ortiz. Yucumo | portiz@eldeber.com.bo
Solo las linternas delataban a los marchistas en la carretera. La columna comenzó a moverse a las 5:00 y la oscuridad de la madrugada escondía aún las banderas blancas con el patujú en el centro y las tricolores que venían atrás. La gente caminaba a paso firme, formada y casi en silencio. Había un sentimiento parecido al temor, más cercano a la incertidumbre, que fue disipándose mientras la marcha indígena superaba cada puerto que la acercaba a Yucumo.
El primer alivio llegó cinco minutos antes de las seis, cuando atravesaron el puente San Lorenzo, de unos cinco metros de largo que habría pasado desapercibido si no fuera que allí, el año pasado, los colonizadores de Yucumo pusieron un cerco humano que impidió a los indígenas avanzar. El Gobierno lo describía como una vigilia y los indígenas, como un bloqueo; fue lo que los retuvo el tiempo necesario para que la Policía reprimiera la marcha y se lleve a hombres, mujeres y niños maniatados.
El sol también jugó a favor de los indígenas. Ayer llegó tarde. Solo a las 6:20 desveló la marcha, justo cuando la columna ya estaba a pasos de la esquina donde se estacionan los vehículos de la Asociación de Transporte Libre. Ladridos y una melosa cumbia emparentada con un huaiño acompañaban el caminar. No había casi nadie en las calles, solo algunos borrachos recogiéndose a casa después de una noche de alcohol se cruzaron con este grupo de gente que mantuvo el silencio. Ni siquiera ellos los insultaron.
“Vámonos. Apúrate, después van a decir que estamos con los marchistas”, le dijo una mujer con una pollera fosforescente a otra de pollera verde, mientras sus parejas se alejaban abrazados, absorbidos por una conversación que debió quedar pendiente de la noche de farra.
La marcha pasó el retén de la carretera hacia Quiquibey y comenzó a ascender la montaña. Los primeros kilómetros hacia arriba fueron sobre una vía asfaltada, algo que la columna no pisaba desde el 27 de abril, cuando abandonó Trinidad.
La ruta entre Yucumo y Quiquibey alguna vez fue asfaltada, pero hoy es una muestra de abandono y falta de mantenimiento. Hay más baches que terreno despejado. Una mujer se desmayó por el esfuerzo de la caminata y fue socorrida en ambulancia.
La marcha llegó muy cansada al campamento a las 10:40, pero no pudo reposar. Había que armar carpas, cocinar la comida, recoger agua. El lugar donde están no es el mejor, pero es hasta donde le dieron las fuerzas para llegar. Es un pequeño desmonte de tamaño parecido a un cato de coca (un cuadrado de 40 metros de lado). Tiene el pasto crecido y dos casetas de madera que parecen abandonadas. Es como el lugar perfecto para esconder víboras. Nada de eso parece molestar a los marchistas.
Los niños juegan por todos lados, las mujeres cocinan, los hombres arman carpas. Hoy saldrán a las 6:00 al camino. Quiquibey está a 24 km, pero ellos solo caminarán 15 km. Queda aún mucha montaña por subir, restan 310 kilómetros hasta La Paz y, aseguran, no están en competencia con nadie.
De a pie
– Respuesta. La columna de la marcha decidió responder a la carta que Juan Ramón Quintana, ministro de la Presidencia, envió el 24 de mayo. En el texto le piden que ‘no mienta’, le dicen que la marcha sí tiene interlocutor válido, que son la presidenta de la movilización, Bertha Bejarano, y el presidente del comité político, Adolfo Chávez.
– Invitación. A través de una resolución se decidió invitar a James Anaya, relator especial para asuntos indígenas de la ONU, para que visite Bolivia. En la misiva le aseguran que los derechos de los pueblos indígenas están siendo violados por el Gobierno, que además trata de dividir a las organizaciones con convenios y prebendas destinados a que acepten la construcción de la carretera por el Tipnis.
– Presentes. Indígenas del altiplano iniciaron ayer una caminata desde Potosí, en la zona fronteriza con Chile y Argentina, para exigir la salida del país de una minera canadiense que opera en el lugar y pretenden unir su protesta en La Paz a la de los marchistas amazónicos que protestan contra la construcción de una carretera en el Tipnis.