Loteadores edifican cuartos precarios y se apoderan de terrenos (Opinión, 10.08.2014)
En detrimento de los productores agrícolas de Cochabamba, e incluso del mismo medio ambiente, a los traficantes de tierras les ha dado por, además de invadir tierras, marcar propiedad, a través de la construcción de precarias viviendas.
Son edificaciones de no más de cuatro por cuatro metros, comparables con cajitas de fósforos y, según una vecina de Marquina (comunidad en la que hay este tipo de construcciones), Marcia Mercado, no tienen baño, cocina, ni dormitorios.
No obstante, la comodidad es lo último que les interesa a los avasalladores, cuando de por medio hay tierras.
Su finalidad, según el asambleísta Marco Carrillo, es hacer “engordar” los terrenos de los que se apropian, para luego comercializarlos a precios elevados a la gente humilde.
Esto sucedió hace más de tres meses en la comunidad de Quiroz Rancho (Valle Bajo), donde los comunarios encontraron media docena de cuartos construidos con calamina y ladrillo, a la intemperie. Sus propietarios, como era de esperarse, eran loteadores.
Las edificaciones estaban sumidas en lo infrahumano, pues además de estar emplazadas en zonas ilegales, no respondían a ningún criterio arquitectónico de vivienda, según policías que testificaron el hecho.
Eran cuatro muros levantados sobre la misma tierra y hierbas del lugar y con techos improvisados de calamina. Algunos de los cuartos incluso tenían colchones y ciertas pertenencias en su interior.
Pese a que las habitaciones estaban deshabitadas, los comunarios de Quiroz Rancho mostraron preocupación porque las seis edificaciones se construyeron en poco tiempo, por tanto, si dejaban pasar por alto este hecho, en unos meses más la zona podía haberse llenado de viviendas ilegales.
Es por eso que salieron en defensa de su comunidad, decretada por ley zona arqueológica, derrumbando con maquinaria pesada las “cajitas de fósforos”.
Durante este proceso, dos loteadores, “de la nada”, aparecieron. Uno de ellos aceptó que construyó su casa sin autorización alguna porque no podía pagar alquiler, mientras que el otro explicó que en un tiempo más cancelaría por ese lote a un dirigente que se lo ofreció.
Al final, estas justificaciones no impidieron que los vecinos terminen de derrumbar las seis construcciones ilegales.
En este caso, los avasalladores reaccionaron pacíficamente, pues los vecinos de Quiroz Rancho eran centenares.
Sin embargo, esto no es común en la gente que lucra con tierras, pues casi siempre están bien armados, según un exdirigente de Ch’aska Rumi (zona sur), Octavio Itusca.
Este vecino fue baleado en 2009 en el cuello y la pierna por Celso Franco, un hombre que se asentó ilegalmente en un lote donde supuestamente se construiría la sede de su Organización Territorial de Base (OTB).
Itusca dice que, en calidad de dirigente de Ch’aska Rumi, intentó reflexionar al avasallador, sin embargo se llevó la peor parte.
A la fecha se sabe que Celso Franco fue procesado por intento de asesinato y avasallamiento. Además, al ventilarse el caso, aquel año, Itusca dijo que apareció otra víctima del loteador.
ENGAÑO
“Estoy esperando a que el agua y la luz lleguen a mi lote desde hace más de cinco años para irme a vivir ahí”, declaró con preocupación Macario T., un hombre que adquirió un lote de 300 metros cuadros “en el extremo sur de Cochabamba”, a dos mil dólares.
Cuenta que un hombre, con el que aún mantiene contacto, llegó hasta donde él trabaja para ofrecerle a él y al resto de los obreros terrenos a crédito y en proceso de regularización.
Entonces, sin pensarlo dos veces, él y más de 20 de sus compañeros se apuntaron.
Sin embargo, hasta que los obreros culminaron de pagar sus cuotas por los terrenos, el vendedor no los regularizó.
Es más, según Macario, literalmente les obliga a ir cada fin de mes a una reunión que se desarrolla en la zona donde están los terrenos.
“Si no vamos nos cobra multa de 100 bolivianos, yo ya debo como 300. Además nos dice que perderemos nuestro lotes”, indicó Macario.
En la última reunión que tuvieron, el vendedor conminó a los obreros a que construyan, “por lo menos un cuartito” en sus terrenos, bajo el justificativo de que por el lugar hay loteadores que se quieren asentar.
Macario dice que, pese a que el vendedor no ha desaparecido luego de venderles los lotes, teme que después tengan que defender su tierra “como se ve en la tele, peleando con otra gente”, concluyó.