Los organismos genéticamente modificados y los agrotóxicos (El Deber, 10.10.17)
El sector de los agronegocios exige imperativamente que el gobierno boliviano viole la Constitución Política del Estado, 10 leyes y decretos, y permita el ingreso al país de cultivos transgénicos con la excusa de la protección a los cultivos de plagas y malezas, mayor rendimiento del cultivo y menor uso de herbicidas e insecticidas, que sería un aporte para la salud del productor y consumidor.
Según datos de INE, IBCE, CAO y Anapo, los rendimientos de la soya no superan los rendimientos de hace 10 años, cuando se cultivaba la soya convencional. En promedio, el rendimiento de 1990-2004 de la soya convencional llegó a 2,11 toneladas por ha, mientras la soya transgénica desde el 2005 al 2015 llegó a 2,01 toneladas por ha. Por lo tanto, mayor producción no se dará mediante el uso de transgénicos ni en la soya y peor aún en el maíz.
En Bolivia ya hay bastantes problemas con la resistencia de malezas al glifosato. Se ven incrementos alarmantes en el uso de herbicidas, fungicidas, insecticidas y fertilizantes sintéticos que llegan a 130 millones de kilos que se han importado el 2016, a un costo que llega a 237 millones de dólares. Esto sin contar que un 30% ingresa por contrabando, según el Senasag. Los agrotóxicos comúnmente utilizados en Santa Cruz, como el Paraquat y 2,4D son prohibidos y de uso restringido en otros países; causan Parkinson (Paraquat) y desbalances hormonales severos (2,4D) y se acumulan en el medioambiente. En Bolivia no existe ni un monitoreo del efecto nocivo de estos agrotóxicos.
Por otra parte, la inocuidad del glifosato está en debate entre la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, que clasificó el glifosato como un potencial cancerígeno en el 2015 y la Autoridad Europea sobre Seguridad Alimentaria, que declaró que el glifosato no ha demostrado ser cancerígeno. La EFSA no ha compartido estudios utilizados para justificar su decisión, ganándose críticas y acusaciones de injerencias por parte de Monsanto.
Con los resultados expuestos arriba ¿cuál sería la situación si se dejan entrar otros cultivos transgénicos y más eventos transgénicos? La respuesta: solo mayores impactos socioambientales y alimentos más tóxicos. Lo que está ocurriendo en Bolivia con la soya transgénica, es eso. Una demostración real y concreta de los serios impactos socioambientales y productivos que están generando los cultivos transgénicos. Decir lo contrario, son meras especulaciones.