La inversión pública en obras viales ocupa el 32% (El Día, 22.5.16)
Un estudio del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib) revela que entre el 2005 y el Presupuesto General del Estado (PGE) 2016, el gasto destinado a inversión pública, en un 32% corresponde al sector transporte, de ellas casi el 70% de los recursos pertenece a la construcción de carreteras.
Además, destaca que cinco fueron y son los sectores que absorben la mayor parte de la inversión pública traducida en un 62%. Esos tienen que ver, además de transporte, con hidrocarburos (12%), energía (12%), agropecuario (6%) y minería (3%).
«De lejos la mayor parte de los recursos de esos 32% destinado al sector transporte, se destina a la construcción de carreteras. Y lo que predomina en todo esto son las grandes megaobras dentro el corredor bioceánico al plantear la materialización de las vías de exportación», describe Marco Gandarillas, director Ejecutivo del Cedib,
En cambio, apenas un 17% del total de la inversión pública tiene que ver con los llamados subsectores de educación (8%), salud (4%) y saneamiento básico (5%).
Análisis de dicha inversión. Según Gandarillas, esos recursos orientados a la construcción de carreteras, aeropuertos, entre otros no solo buscan un desarrollo y transformación en sí mismo del país, sino que benefician otros intereses ajenos a Bolivia. Como ejemplo citó que el corredor bioceánico, donde se desarrolla todo un plan de articulación vial entre el Atlántico y el Pacífico, se lo hace con recursos propios del Estado boliviano y con endeudamiento, pero que los mayores beneficiarios serán los países vecinos y toda la cadena exportadora de empresas gigantes de estas naciones.
Por esta razón, dice el experto, que la inversión pública tiene carácter extractivista y con un gran interés geopolítico en la Amazonia, donde se gestan los grandes proyectos carreteros que, en el fondo permiten acceder a los recursos naturales aún existentes en esas regiones. Recalca también que la inversión pública se la proyecta concretar con endeudamiento externo, vía crédito
chino por encima de $us 7.000 millones recientemente contraídos por el Gobierno boliviano.
En cambio, para el economista Armando Méndez, en una visión orientada al desarrollo y el progreso de un país, la inversión pública dirigida a mejorar la infraestructura vial es “imprescindible». «Sin duda alguna, la inversión pública destinada a comunicaciones y carreteras es imprescindible, más aún cuando tenemos un país extenso y complicado en su geografía», señaló.
Además, manifestó que el país debe encarar con eficiencia esa articulación a nivel interno desde los cuatro puntos cardinales. Con respecto a infraestructura en salud y educación, los mismos en términos de inversión pública ocupan apenas un 17%, Méndez destacó que esos recursos tienen que ver con la construcción de infraestructura. «La inversión pública en esos subsectores tienen que ver con la construcción de hospitales, unidades educativas y el equipamiento; no tiene que ver con el gasto corriente. Ahora lo que se debe establecer es cuán suficiente o insuficiente son esos recursos. Eso amerita otro análisis», señaló el experto.
Pormenores de esos recursos. Según datos del Ministerio de Economía y de Finanzas Públicas (MEFP), entre 2005-2015 el PGE destinado a inversión pública alcanzó un total de $us 26.371,2 millones. En ese lapso de tiempo, los recursos para este rubro crecieron de $u. 629,2 millones el 2005 hasta alcanzar $us 6.178,9 millones al 2015, cuyo incremento fue diez veces. En total, sumado lo presupuestado para este año, sin la participación de empresas públicas, la inversión pública total en más de una década llega alrededor de $us 32.766 millones.
Sin embargo, el Gobierno actual presupuestó para 2016 una inversión pública de $us 8.200 millones de dólares, que supera en 33% a la suma del 2015; muy a pesar de la caída de los precios internacionales de las materias primas. «Esto demuestra que el Estado es el motor del desarrollo del país», justificó en más de una ocasión el ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora, al hacer referencia a este tema.
Según la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC), entre 1998 y 2005, la inversión pública en construcción y conservación vial fue de $us 936 millones, en una longitud de 1.097 kilómetros concluidos. Dicha inversión promedio anual fue de $us 106 millones.
En cambio, entre el 2005 y el 2015 dicha inversión creció casi cinco veces más. En ese periodo, a través de 3.123 kilómetros de obras viales concluidos se gastó alrededor de $us 4.194 millones. «En este periodo se ha desarrollado todo un plan de carreteras y no de cualquier tipo sino de gran envergadura, considerado megaobras», argumentó Gandarillas.
Para el experto lo preocupante es que dicho plan, que hace posible un gobierno caracterizado como izquierda y progresista, forme parte de “la vieja estrategia de los gobiernos neoliberales”. En ese contexto, dice Gandarillas, la construcción de dichas megaobras están ligadas más a un interés político por la Amazonia, donde aún se guardan ingentes recursos naturales como agua dulce, riqueza forestal, ganadería, minería. A todo ello, el Gobierno ha logrado especial atención de países como China, que apuesta por otorgar créditos a países inherentes en toda la Amazonia, como Ecuador, Perú, Venezuela y Bolivia.
«Lo sorprendente es que no solo vamos a desarrollar carreteras con vinculación interna, sino para satisfacer a potencias económicas como Brasil, China y otros de la región. Lo grave es que lo hacemos con nuestros propios recursos y gran parte de ellos con los impuestos que pagamos los bolivianos, ante la ausencia de inversión extranjera directa», señaló.
La gran paradoja. Según datos del PGE 2016, se deduce que las fuentes de financiamiento de la inversión pública ahora más que antes dependen de los recursos propios que genera el Estado o con el endeudamiento, que en definitiva lo pagan los bolivianos.
El 2005 la inversión pública era financiado en un 63% con recursos externos y solo un 37% con recursos internos. En cambio, el 2015, la fuente de financiamiento mayor estuvo impulsado en un 79% por recursos internos y solo un 21% vía financiamiento. Para esta gestión esa tendencia sigue igual como así está planteado en el Plan de Desarrollo al 2020.
Según el economista Roberto La Serna, lo curioso es que todos esos esfuerzos no estén acompañados de una adecuada diversificación de la economía, de un cambio de la matriz productiva y menos de una atracción de nuevos capitales externos para transformar de manera integral el país.
Para 2016
Entre megaobras y corredores en ejecución
Postulados. El Modelo Económico Social Comunitario Productivo que emancipa como premisa de su estrategia social, política y económica de transformación del país señala que el cambio de la
matriz productiva primario exportadora del país hacia la producción con mayor valor agregado a tiempo de satisfacer el consumo interno primero y luego la exportación. Asimismo, se estableció la transferencia de recursos económicos del sector estratégico generador de excedentes hacia el sector que promueve ingresos y empleo, así como la redistribución directa de los excedentes hacia la
población boliviana para la erradicación de la extrema pobreza.
Inversión. Inicialmente el Gobierno actual presupuestó para 2016 una inversión pública de 8.200 millones de dólares, que supera en 33% a la suma del 2015; muy a pesar de la caída de los precios internacionales de las materias primas. «Es evidente que habrá que evaluar la orientación de la apuesta productiva del Estado, en sentido de dar un viraje e impulsar la inversión productiva a favor de los diferentes actores económicos de menor tamaño y no solamente priorizar los proyectos en sectores estratégicos que administra el Gobierno Central», señaló la Fundación Jubileo a El Día.
Deficiencia
Una inversión basada en solo voluntarismo
Estrategias. En otros tiempos, según algunos expertos, las carreteras habían logrado transformar de manera elocuente los destinos del país como son la instalación de la ferrovía de la red oriental. La carretera nueva Santa Cruz-Cochabamba, la apertura de la vía al norte del Beni y en conexión directa con el departamento de La Paz, entre otros.
Paradoja. Los expertos, además, señalan que cuando un Estado desarrolla proyectos grandes con el objetivo de articular e interconectar el país, también debe acompañar de una matriz productiva diversificada y fortalecida para que cualquier obra de dimensión sea mejor aprovechado y tenga impacto en el quehacer de la población.
Retorno. Una inversión pública llevada a cabo sin un plan a corto y largo plazo en el aprovechamiento de los costos-beneficios de la inversión, dicen los expertos, normalmente los beneficios son para terceros.
Perspectiva. Según la ABC, la inversión pública en carreteras al 2020 constituirá alrededor de Bs 22.330 millones. Para este 2016 se prevé la construcción y reconstrucción en 3.275,83 km y concluir 961,47 km; 6.221 m lineales de puentes en construcción y concluir 231 m lineales de puente; para la consolidación y desarrollo de la Red Vial Fundamental a nivel nacional en la Gestión 2016.
Punto de vista
El Estado invierte, pero sin un norte definido’
Roberto Laserna
Economista de la Fundación Milenio
«Evaluar el enorme esfuerzo de la inversión pública en diferentes sectores es difícil catalogar, cuando no se tiene una idea clara de cuáles son los efectos y los impactos de dichas inversiones como son las diversas construcciones de carretera desarrolladas a lo largo y ancho del país.
De todas maneras debemos entender que toda inversión es automáticamente rentable y en esa dimensión: necesaria. Los datos que muestran la inversión pública a lo largo de estos diez últimos años, con un desplazamiento de abundantes recursos, reflejan que en muchos casos se han actuado, en el caso de la construcción de carreteras, en muchos casos, en base a decisiones exclusivamente de tipo político, sin tomar en cuenta las condiciones de mercado, cuando en realidad una carretera debería ser enfocado como debe ser: un nexo entre las economías.
Entonces tenemos un Estado con ingentes recursos y que ha estado alentando el dinamismo de la economía pero sin un norte claramente definido, a pesar de que existe incluso un plan de desarrollo.
Lamentablemente se lo hace esa inversión solo con mucho voluntarismo y casi de manera espontánea, pero con un desconocimiento de cómo funciona la economía de un país. Más aún cuando seguimos hoy siendo un país monoproductor, dependiente de las exportaciones y los mercados externos. Más aún cuando la población está sujeta a un empleo precario»,
El gran dilema con que ha tropezado la inversión pública es la buena gestión. La eficiencia del gasto ha dejado duda. Desde el Gobierno central las obras se ejecutan sin planificación ni a corto y menos a largo plazo’.
Jimmy Osorio
Analista Económico