Indígenas amazónicos son afectados por actividades extractivistas mineras que no paran ni por Covid-19 (ANF, 30.7.20)
Empresas mineras que operan en las regiones altas de La Paz y Beni durante este tiempo de pandemia continúan trabajando y generando impactos directos sobre los pueblos indígenas que viven en las orillas de los ríos, como los Lecos, Mosetenes Chimanes, Tacanas y los Uchupiamonas.
La Paz, 30 de julio (ANF).- En medio de esta emergencia mundial de la pandemia de coronavirus (Covid-19) hay actividades que no se detienen y que están ligadas a daños en el medio ambiente e impactos sociales, una de ellas es la minería. En Bolivia, pese a la cuarentena y otras medidas de contención del coronavirus, empresas extranjeras llevan adelante operaciones auríferas en ríos de los que dependen muchos pueblos indígenas.
Las empresas mineras que operan en las regiones altas de La Paz y Beni durante este tiempo de pandemia continúan trabajando y generando impactos directos sobre los pueblos indígenas que viven en las orillas de los ríos, como los Lecos, Mosetenes Chimanes, Tacanas y Uchupiamonas.
“Son empresas chinas y colombianas que están afectando con altos grados de contaminación de mercurio en los ríos y pese a que desde el gobierno se dispuso la cuarentena y luego otras medidas contra el coronavirus, estas no han frenado estas actividades extractivas que aquejan a nuestros territorios”, dijo en entrevista con ANF el líder indígena de la Amazonía, Alex Villca.
De acuerdo al boletín “Monitoreando nuestros territorios” del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), una de las regiones más golpeadas por la minería aurífera legal e ilegal, antes y durante la pandemia de Covid19, son los municipios de Teoponte, Guanay, Tipuani, Mapiri, Apolo y San Buenaventura en La Paz y Rurrenabaque en Beni.
“Esta región aurífera desarrolla su actividad en la cuenca alta del río Beni, descargando toda la letalidad de los insumos químicos, particularmente el mercurio, en el río Beni, que desciende hacia el norte, hasta unirse con el río Mamoré y dar lugar al Madeira, unos 1170 Km aproximadamente desde su nacimiento”, detalla el documento.
Villca, también Secretario de Comunicación y portavoz de la Mancomunidad de Comunidades Indígenas de los Ríos Beni, Tuichi y Quiquibey y Vocero de la CONTIOCAP, señala que si bien en la historia de esta región aurífera el uso de dragas no es una novedad, la presencia masiva de dragones y planchones, operados por ciudadanos chinos y colombianos, asociados con cooperativas mineras locales en calidad de “inversionistas” u “operadores”, es un fenómeno reciente, que coincide con la vigencia de la Ley 535 de Minería, promulgada por el gobierno del MAS el 28 de mayo de 2014.
Durante esta cuarentena, estas empresas no han parado y más bien continuaron operando y dejando los residuos de mercurio y otros elementos en los ríos, de donde los indígenas se abasteces, pescan y viven. “Hay testimonios de pobladores que siente la afectación de ese mercurios, en su piel, en su cabello y en su salud”, detalla Villca.
Si bien no existen datos específicos sobre la cantidad de mercurio u otros insumos químicos que se utiliza en el procesamiento de material extraído y que se vierte al curso de los ríos en los municipios del Norte de La Paz, “es obvio que la ilegalidad de estas operaciones mineras tiene directa relación con la falta de información y carencia absoluta de control de emisiones de mercurio en los ríos”, establece el documento del CEDIB.
La Amazonía es particularmente sensible a la contaminación por mercurio por las altas concentraciones de este metal en estado natural en los ríos, y porque los sistemas acuáticos facilitan la transformación del mercurio en metil-mercurio, que es el compuesto neurotóxico capaz de concentrarse en el organismo y en las cadenas alimentarias.
Villca explicó que existen estudios en “muestras de cabello de poblaciones ribereñas en la cuenca amazónica y que determinan mayores concentraciones de mercurio en personas de la Amazonía central sobrepasando los parámetros de la normativa internacional”.
Es así que los efectos de la contaminación por mercurio no solo impactan en poblaciones cercanas a la actividad minera, sino llegan a cientos de kilómetros aguas abajo de los ríos contaminados, por ello el riesgo en los pueblos indígenas de la región es permanente.
La región de la Amazonia es vulnerable y se enfrenta, según detalla el CEDIB, en estos riesgos: Deforestación, contaminación por mercurio a los ríos, contaminación con hidrocarburos y desechos de combustibles y maquinaria, degradación de suelos en las riberas de los ríos, alteraciones en el curso de los ríos, destrucción paisajística de los ríos y sus playas, pérdida de vida silvestre, envenenamiento de peces por mercurio, explotación laboral e impactos en zonas urbanas
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