Huanuni después de su nacionalización (Página 7, 8.05.13)
08/05/2013
En octubre de 2006, el centro minero Huanuni se vistió de sangre. Los enfrentamientos entre mineros cooperativistas y sindicalizados –todos hermanos y vecinos de una misma población, todos con el mismo objetivo: apoderarse del cerro Posokoni– acabaron con un saldo de más de 20 muertos y la decisión estatal de nacionalizar la mina.
El anuncio, hecho por el propio presidente Evo Morales, fue aclamado por los grupos en pugna como una conquista frente a los intereses de las transnacionales y como una muestra de desprendimiento del Estado protector. Los mineros cooperativistas fueron asimilados por la empresa estatal y, coincidente con el buen precio del estaño en ése y los años posteriores, la situación fue sostenible.
Pero, como bien se sabe, el auge de los metales es siempre efímero. Y, como lo demuestran los hechos, la bonanza está empezando a tomar distancia de este centro minero con una caída en el precio internacional de su principal producto de exportación, el estaño, que registra una baja del 17% en el primer cuatrimestre de este año.
A ello se añade la conflictividad social. El paro de los trabajadores de esta empresa minera, en apoyo a la demanda de la Central Obrera Boliviana (COB) de incrementar la renta de vejez a un 100% –los mineros de Huanuni exigen, además, que éste se realice con las últimas 24 papeletas de pago– profundiza la crisis y podría, según el ministro de Minería, Mario Virreira, ocasionar el cierre de la mina estatal.
El hecho no sólo da para la reflexión, sino para la preocupación. Por un lado, se trasluce la visión cortoplacista y frecuentemente demagógica con que se resuelven asuntos como la nacionalización de los centros mineros, cargando un peso al Estado que, a veces más pronto que tarde, como en Huanuni, se hace insostenible.
Por otro lado, también se advierten las consecuencias del exitismo con que se manejan las finanzas públicas, pregonando un auge económico que, con la mentalidad rentista propia del boliviano, especialmente de los sectores sindicalizados, deriva fácilmente en demandas inaceptables como las que hoy defienden los mineros y otros sectores de la COB: todos tenemos derecho a una tajada de esta inmensa torta…
El conflicto apenas empieza, y aún no se sabe cómo irá a concluir si persisten las expresiones de violencia de parte de los sectores movilizados y de represión de parte de las fuerzas del orden.
Esta es siempre una incógnita, pero lo que sí es seguro que el Gobierno nacional tendrá que reflexionar y preocuparse por cómo maneja a las empresas que nacionaliza y los gastos en que incurre como Estado.