El CEDIB, el rector de la universidad y Katanas (Página Siete, 16.4.17)
Si tienes a un vecino fiel que te llama a la oficina ni bien ve a dos extraños merodeando por tu casa de forma sospechosa, alertándote sobre el peligro, ¿le agradecerías? O, si te enteras que un amigo ha defendido a tu esposa, a la que casi asaltan en El Prado, a plena luz del día, ¿le agradeces? La respuesta es un contundente sí. ¿O no? ¿cabe alguna posibilidad de que no le agradezcas? Lo dudo, a no ser que a) «seas un mezquino que no reconoce méritos ni a su madre”, b) «prefieras que desfalquen tu hogar y se lleven a tu esposa porque así recibes los respectivos seguros de robo y vida”, y c) «seas socio de los mencionados choros”. En la primera opción eres un pobre diablo. En la segunda opción eres un vulgar negociante (fatero, diríamos), capaz de subastar tu casa y tu mujer, y en la tercera opción eres un canalla pragmático, capaz de asociarse con la peor escoria con tal de sacar beneficio para vos solito. En los tres casos, en todo caso, tu amigo se puede estar yendo un poquito a la mierda.
A ver, pasemos esta reflexión a asuntos de política pública nacional. Si como gobernante te enteras, gracias a un fiel amigo que te lo cuenta, que hay unos inescrupulosos capitalistas que se han metido al Illimani y a los demás glaciares de la Cordillera Real para quedarse con todo el oro de la zona, a costa de destruir este símbolo nacional, ¿le agradeces? Y si el mismo cuatecito te llama al celular para decirte que unas codiciosas empresas se están entrando a los mágicos parques naturales de la Amazonia boliviana, limpiándose a cuanto indígena se cruce en el camino, con tal de lucrar con represas, camino o gas, ¿le agradeces? Y ya en el colmo de la lealtad, el mismo camarada te manda un whatsapp para recordarte que los ahorros que manejaban anteriormente las AFP y ahora la Gestora, pertenecen a todos los bolivianos y no los puedes usar como fálicamente te cante tu hombría, ¿le agradecerías la prudencia? Yo sí, claro, que sí.
No sólo les agradecería si fuese del MAS: los contrataría. Recordaría mis orígenes políticos y diría para mí mismo: «Caramba che, gracias a Dios todavía hay una izquierda seria, responsable y ética en este país que me da línea, y pone freno. Que pongan la cifra, ¡desde mañana los quiero aquí en el Palacio, trabajando a mi lado!”. Y una vez en el Palacio los besaría, espetándoles con vehemencia algo así como «gracias hermano, imagínate que unos desgraciados nos querían dejar sin el Illimani” o «gracias papichi, me has ayudado a espantar a unos mafias que querían pisotear a la Pachamama, por la que tanto me he desgañitado”. Eso sería lo sensato. Pero, ¿sucede así o ha sucedido así? Pues no. El Gobierno no sólo no le ha agradecido a ese leal compañero sino que encima le quiere patear el trasero.
¿Quién es ese fiel aliado que le avisa al Gobierno sobre estos males que rondan al presidente Morales? Lo digo con todo énfasis: el CEDIB, una ONG dedicada a investigar aspectos de la realidad nacional. Una institución que hace las cosas con seriedad académica, firmeza ética y compromiso político (¡son una izquierda en serio!). Lo demuestran sus múltiples trabajos repletos de datos estadísticos, respaldados en un sólido trabajo de campo, corroborados por una visión teórica e histórica no menos consistente y, sobre todo, atiborrados de dignidad.
¿Me excedo en elogios? No, en un ambiente plagado de llunkus, «moderados” y eruditos (aquellos que se escudan en «su área” de trabajo para no criticar el todo), el radicalismo discursivo del CEDIB es imprescindible. Dicen las cosas con absoluta entereza. Lo han hecho comprobando no sólo que el Illimani sino los otros glaciares están en riesgo por la sobreexplotación minera; los Fondos de Jubilados están el peligro de ser subastados por el propio Gobierno; los territorios indígenas están siendo avasallados por empresas transnacionales, el Salar de Uyuni genera miles de miles de toneladas de basura (anti-ecológica) o el Chepete es un negocio perverso con efectos medioambientales etnocidas, entre otros tópicos puestos sobre el tapete.
Es a esta institución que el Gobierno quiere acallar. Y lo hace de la forma menos esperada: de la mano del rector de la UMSS, Juan Ríos. El Gobierno lanza a sus mastines a que muerdan. Y el mastín de turno es un rector universitario. El huarura de turno, el mordedor en boga, es un profesor universitario que ha ordenado que el CEDIB saque sus pilchas y se lleve su inmensa memoria hemerográfica de las aulas universitarias cedidas a esta ONG para que realice este imprescindible trabajo.
Entiéndase a lo que hemos llegado: ¡es la misma Hipatía quemando Alejandría! No tuvo que esperar que los bárbaros la quemen. ¡Ella mismita le echó fuego! Para ponerlo en términos más conocidos: es el mismo Messi pinchando la pelota. El rector ¡les pide que se lleven sus libros y todos sus periódicos a otro lado! Jodido: esa simbiosis de sumisión política, inmolación académica y prepotencia criminal sólo puede generarnos conmiseración y asco. Y es que entiéndase: no es el gerente de Katanas quien pide que retiren los libros para que en esos espacios bailen las putitas (algo que sería legítimo). No, ¡¡es el rector de una universidad que pide que se lleven esos libros!!
Volvamos pues al comienzo: ¿cuál es la opción en juego? El Gobierno no sólo no agradece. No, en realidad hace lo inverso: manda a sus huestes envilecidas a que hagan su parte. Vaya pues la sorpresa. Califican todas las opciones a, b y c, mezquindad, fato y compincherío. Sólo una opción adicional puede ser pues la correcta: la opción d) «todas las anteriores”.
Diego Ayo es politólogo.
http://paginasiete.bo/opinion/2017/4/16/cedib-rector-universidad-katanas-134431.html