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Diversas Instituciones y Organizaciones sociales, reunidas de emergencia el día jueves 9 de junio en Cochabamba, ante el anuncio de la legalización del uso de transgénicos en Bolivia mediante la Ley de Revolución Productiva que actualmente se tramita en la Asamblea Legislativa y que se espera sea promulgada en los próximos días, se pronunciaron unánime y contundentemente rechazando este intento.
Expresadas las razones en la carta dirigida al Presidente del Estado Plurinacional, Sr. Evo Morales, que se halla a continuación, las Instituciones y Organizaciones firmantes invitan a la solidaridad de organizaciones sociales, instituciones y población en general, a nivel nacional e internacional, con este rechazo, firmando al final de este documento.
Cochabamba, 15 de junio de 2011
Señor:
Evo Morales Ayma
Excmo. Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia
Presente.-
De nuestra consideración.-
Como es de su conocimiento, la seguridad y soberanía alimentaria se basa fundamentalmente en la propiedad social de las semillas, base de la producción de alimentos, recurso vital para cualquier país del mundo.
Ese concepto está muy claro para las empresas transnacionales de semillas que son también dueñas de los agroquímicos. Es decir, se trata de todo un paquete tecnológico destinado a fortalecer el poder de dichas empresas sobre la vida. Las mismas tienen muy claro ese objetivo y en torno a ello, especulan con los alimentos, generando crisis que son agudizadas por la ineficiente gestión de las políticas agroalimentarias.
Bolivia es uno de los ocho países más ricos en biodiversidad y recursos genéticos del planeta y como ejemplo tenemos que nuestro país es centro de origen de muchos recursos genéticos como es el caso de la papa, el maíz, cereales, frutas, quinua y otros miles de cultivos andinos y amazónicos, fuente de vida de nuestros pueblos. Recursos que son la base de un verdadero proceso de desarrollo, ya que ninguna persona podría vivir sin alimento, agua y oxígeno. Por esta razón, el sistema capitalista se apropia de los mismos, para controlar las economías de los países atrasados como el nuestro.
La introducción de la soya transgénica a Bolivia, respondió a intereses particulares y no nacionales. Una prueba de ello, es que dicho material genético fue introducido de contrabando por un productor brasileño, el mismo que no fue sancionado y más bien premiado en la gestión del ex – Presidente Carlos Mesa, con un Decreto interministerial que autoriza temporalmente esta introducción ilegal. Sin embargo, y cuando los bolivianos esperábamos lo contrario en el marco del proceso de cambio, en su gestión de gobierno la siembra de soya transgénica se ha incrementado del 40 al 85% , en el marco del comercio “legal” de 48 variedades de soya transgénica, que ha tenido como consecuencia el incremento de mas del 300% en el uso de herbicidas, fungicidas e insecticidas, generando un alto impacto social y ambiental en nuestro país y debilitando la investigación e innovación tecnológica que durante años llevaron a cabo los centros de investigación y producción de semillas nacionales.
A más de cinco años de haber autorizado ilegalmente esta introducción que pone en serio peligro la seguridad y soberanía alimentaria, además de la competitividad de la soya boliviana en el mercado internacional, la realidad en el campo nos muestra un panorama diferente al que nos pintaron las empresas de agronegocios de semillas transgénicas, las mismas que ha generado más problemas que soluciones a los productores del sector y que son los siguientes:
1. La soya transgénica es mas susceptible a la roya
2. La soya transgénica ha tenido menores rendimientos que la no trasngénica
3. La soya transgénica se ha convertido en una maleza resistente a los herbicidas y ahora el productor debe gastar más en herbicidas.
4. La soya transgénica está contaminando los silos y la maquinaria agrícola de los productores que están vendiendo soya no transgénica a EMAPA, con graves consecuencias para las empresas procesadoras de alimentos para el consumo humano.
Ahora con el proyecto de Ley que autoriza el uso de transgénicos y que pretende aprobar la Asamblea Plurinacional, le toca el turno al maíz, arroz, trigo, caña, cultivos fundamentales en la dieta diaria de los bolivianos y base de la seguridad y soberanía alimentaria. ¿Queremos repetir la experiencia de la soya en otros cultivos?
En la Argentina, se ha recomendado el uso de semillas convencionales de maíz porque no existe diferencia en el rendimiento con el maíz transgénico. Ese stock de semillas transgénicas que no venderán las empresas transnacionales, seguramente serán destinadas a la comercialización en Bolivia, generando contaminación en cientos de variedades de maíz nativo, patrimonio del Estado boliviano y por lo tanto de las comunidades que durante siglos las han conservado, multiplicado y sembrado para la alimentación de millones de bolivianos. ¿De esta manera defenderemos los derechos de la Madre Tierra?
En referencia al proyecto de Ley de Revolución Productiva Comunitaria y Agropecuaria que deja abierta la puerta a la legalización de los cultivos transgénicos existentes y su ampliación a otros organismos genéticamente modificados, exigimos claridad en este tema y que se establezca en el contenido de la ley la prohibición del ingreso, producción, importación, comercialización y consumo de todos los transgénicos así como los paquetes tecnológicos vinculados a ellos, de los que forman parte los agrotóxicos, debido a que:
· Muestra incoherencia con el artículo 255 inciso 8 de la Constitución, la Ley 3525 y fundamentalmente con los Derechos de la Madre Tierra y el Buen Vivir que su gobierno pregona.
· Las semillas transgénicas acaban con la seguridad y soberanía alimentaria y no con el hambre ya que desplazan a los cultivos destinados a la alimentación humana.
· Las grandes transnacionales del agronegocio y los empresarios latifundistas son los únicos que se enriquecen con los paquetes tecnológicos asociados a los transgénicos, en desmedro de los pequeños productores.
· Está comprobado que los transgénicos y el modelo al que se asocia constituyen un atentado a los derechos humanos y de los Pueblos, es un una nueva forma de colonización.
· Las y los campesinos, pueblos y comunidades productoras seguirán perdiendo la propiedad de las semillas, pagando patentes a las empresas transnacionales cuando adquieran las mismas o cuando sus campos se contaminen por los transgénicos.
· La introducción de semilla transgénica atenta contra la fauna y flora microbiana de los suelos y los agroquímicos asociados contaminan el agua y la tierra, por tanto destruyen la Madre Tierra.
· Estudios científicos han demostrado los riesgos para la salud humana que comportan los transgénicos y establecen la aplicación del principio precautorio y por ello varios países, entre otros, Italia, Grecia, Suiza, Alemania y recientemente Perú han declarado moratorias de varios años a los transgénicos.
· Los transgénicos forman parte de un modelo agroexportador que implica monocultivos a gran escala, por tanto la ampliación permanente de la frontera agrícola, destruyendo bosques que no son aptos para la agricultura y que son fuente de biodiversidad y hábitat de los pueblos originarios.
La seguridad y soberanía alimentaria que tanto le preocupa a Usted y a nosotros se consiguen desmantelando el modelo primario agroexportador e implementando políticas soberanas que fortalezcan de manera eficiente, adecuada y ecológicamente sostenible la producción de los alimentos para los/as bolivianos/as.
Tenemos la seguridad de que esta exigencia será positivamente atendida de acuerdo a su política de mandar obedeciendo al pueblo.