Existe una crucial relación entre el acceso a la energía y el desarrollo humano, subrayando que la energía es fundamental para la vida moderna, facilitando no solo la iluminación, sino también la comunicación y la cocción de alimentos. Sin embargo, en Bolivia, más de 3 millones de personas en áreas rurales carecen de acceso a energía eléctrica y dependen de leña para cocinar, lo que contribuye a su pobreza.
La falta de políticas efectivas desde 1950 para llevar energía a estas comunidades ha perpetuado esta situación. A pesar de iniciativas recientes del gobierno, como la «Tarifa Dignidad», se considera que las medidas son insuficientes. El país, rico en reservas de Gas Natural, aún no ha logrado que los beneficios de este recurso lleguen a las comunidades más vulnerables.
Es momento de replantear la discusión sobre el sector energético, enfatizando la necesidad de integrar a los sectores marginales en el desarrollo del país. Además, de abordar la importancia de explorar alternativas y nuevas tecnologías para enfrentar esta crisis.