Desde 2003, América Latina había avanzado en la reducción de la brecha entre ricos y empobrecidos, pero en 2008 se registró un retroceso significativo debido a la crisis económica y el aumento de precios de alimentos. A pesar del crecimiento en la demanda de petróleo y el consumo de energía, la región continúa siendo la más desigual del mundo, con diferencias de ingreso que superan 17 veces entre los más ricos y los más pobres.
Para enfrentar esta desigualdad, es esencial replantear el modelo extractivista actual y enfocarse en la industrialización de materias primas. Esta transformación podría generar empleo sostenible y mitigar los impactos sociales y ambientales, abriendo el camino hacia un desarrollo más equitativo y sostenible en la región.