En 2005, Bolivia vivió un año de intensa agitación política y social, marcado por las secuelas de la Guerra del Gas y las movilizaciones que forzaron la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada. Con Carlos Mesa como presidente, el país se encontraba en medio de un debate sobre la nacionalización de los hidrocarburos, tras un referéndum en 2004 que no alteró significativamente el modelo neoliberal de los gobiernos anteriores. A pesar de ello, en abril de 2005, el gobierno firmó un contrato de exportación de gas a Argentina, lo que generó nuevas tensiones, sobre todo en el sector del transporte debido al aumento del precio del diésel y las demandas de autonomía de Santa Cruz.
El conflicto se intensificó con las protestas por el precio del diésel, que llevaron a un acuerdo para reducir su costo y convocar un referéndum sobre la autonomía departamental. Paralelamente, el Congreso debatió una nueva Ley de Hidrocarburos bajo presión de sectores sociales afines al MAS, que mantenían un estado de «vigilia». Este escenario de inestabilidad política sentó las bases para el cambio que se consolidaría en 2006 con la nacionalización de los recursos naturales bajo la presidencia de Evo Morales.