La pandemia ha exacerbado la crisis económica en Bolivia, agravada por la caída del precio del petróleo y la disminución de la demanda global. Este contexto ha llevado a un descenso notable en los precios del barril, afectando directamente los ingresos nacionales, especialmente en el sector gasífero.
El contrato con Brasil, que establece volúmenes mínimos de entrega de gas, ha sufrido modificaciones, con una reciente nominación que indica una reducción significativa en la cantidad a entregar. Similarmente, el contrato con Argentina ha registrado cambios en las condiciones de entrega.
Estas circunstancias podrían generar un efecto sinérgico, impactando severamente la economía boliviana. Las proyecciones de ingresos basadas en precios anteriores ya se ven comprometidas, y las agencias internacionales han anticipado una contracción económica. El gobierno ha reconocido la gravedad de la situación y se ha comprometido a buscar formas de mitigar los efectos, con la esperanza de que no afecten a los sectores más vulnerables ni al medio ambiente.