En junio de 2016, Shell anunció su regreso a Bolivia, destacando la seguridad jurídica y los recursos del país. Este retorno, impulsado por la compra de British Gas (BG), permite a Shell reafirmar su influencia en el sector energético. Históricamente, la transnacional ha impuesto sus intereses en Bolivia, evadiendo sanciones y logrando acuerdos favorables, como la no expropiación de Transredes en 2009.
El gobierno boliviano ha recibido positivamente este retorno, con Shell comprometida a invertir y operar en el país por 100 años.