Skip to content
Menu

El 11-S, cinco meses después, por James Petras

 

23 de febrero de 2002

James Petras
CSCAweb

La teoría de la conspiración ha creado una especie de psicosis bélica en EEUU que justifica la guerra sin fin y los sacrificios económicos crónicos, permitiendo a Washington planificar una nuevo imperio mercantilista en el que bombarderos e inversores van de la mano, colonizando nuevas regiones, ejerciendo el monopolio sobre mercados y recursos estratégicos, y marginando a sus competidores europeos

Desde el 11 de septiembre, se han sucedido los acontecimientos históricos a escala global. El 7 de octubre, EEUU declaraba la guerra a Afganistán; una guerra que ha masacrado a miles de civiles y soldados afganos y ha tenido como resultado el éxodo forzado de varios millones de personas. EEUU ha establecido sus bases militares en Asia Central. Washington ha derrocado a los talibán, estableciendo un régimen satélite en Afganistán. El presidente Bush ya ha anunciado que habrá nuevas guerras, y ha designado a Corea del Norte, Irán e Iraq como posible objetivos futuros. Los portavoces del Pentágono Rumsfeld y Wolfowitz han promulgado la doctrina de la guerra permanente, unilateral, y con carácter «preventivo». A pesar de los cambios tan profundos que están teniendo lugar, sigue sin probarse la existencia de una red terrorista internacional islámica dirigida por Osama Ben Laden, supuestamente responsable de los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono, y que ha servido como justificación del Nuevo Imperialismo. Más bien ocurre al contrario: existen pruebas firmes que niegan la teoría de una conspiración internacional defendida por Washington. La justificación que desde Washington se ha dado para destruir y ocupar Afganistán y su ofensiva militar de alcance global se basan en varios argumentos.

1. Bin Laden planificó, dirigió, y llevó a cabo los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono.

2. El régimen talibán cooperó con Bin Laden y ha servido de refugio para los terroristas.

3. Los 19 terroristas [del 11-S] formaban parte de la red de Al-Qaeda de Osama Bin Laden y habían sido organizados, financiados, y dirigidos por éste último.

4. La red terrorista amenaza al planeta con nuevos atentados similares a los del 11-S.

Contra la teoría conspiratoria de Washington, me gustaría presentar un escenario alternativo y volver a examinar las circunstancias que se han dado en los últimos cinco meses con el objeto de decidir cuál de las dos tiene mayor validez. Mi contra-teoría se basa en el argumento de que los 19 terroristas del 11-S eran un grupo autónomo de conspiradores que planificaron, organizaron y ejecutaron sus acciones independientemente de la red de Al-Qaeda y de Osama Bin Laden. Si bien los 19 pudieron haber recibido pequeñas cantidades de dinero procedentes de grupos radicales islámicos e incluso algunos pudieron haber conocido a miembros de Al-Qaeda, eran en esencia un grupo autónomo. La validez de una u otra teoría tiene importantes consecuencias políticas a la hora de comprender la política militar de Washington y el futuro de la paz mundial.

Las pruebas

El hecho más sorprendente después del 11-S es la ausencia de nuevas acciones terroristas que hayan tenido lugar en EEUU, Europa, Oriente Próximo, o incluso Afganistán. A pesar de las advertencias diarias lanzadas por todas las secciones de los servicios de inteligencia norteamericanos, no ha ocurrido nada. Tras la muerte de los 19 suicidas, no ha habido ningún incidente grave. El supuesto miembro de Al-Qaeda que llevaba una bomba en los zapatos resultó ser un ladrón semi-analfabeto de Jamaica que carecía de la precisión y la capacidad operativa de los 19. Según los argumentos y las descripciones ofrecidas por la CIA sobre la existencia de una red conspiratoria, y vista la devastación de Afganistán, era de esperar que se produjeran nuevos ataques terroristas.

Pero no ha habido ningún ataque. Es lógico concluir que los 19 actuaron independientemente de Al-Qaeda y de que tuvieron éxito precisamente porque no tenían conexión con el grupo. El director de la CIA, George Tenet, ofreció, sin darse cuenta, aún más argumentos para pensar que los terroristas del 11-S actuaron autónomamente. En su declaración ante el comité del Senado el 6 de febrero de 2002, Tenet asegura que las labores de infiltración de la CIA han dado como resultado la detención de más de 1000 agentes de Al-Qaeda desde el 11-S. Más aún, Tenet afirma que la CIA había mantenido una guerra contra Al-Qaeda durante 5 años, y que la Agencia había infiltrado a espías y había vigilado la red de comunicación de sus líderes. Tenet afirma categóricamente: «¿Se había penetrado el objetivo [Al-Qaeda]? Por supuesto. ¿Manteníamos operaciones activas? Faltaría más. ¿Dónde reside el secreto de la planificación del 11-S? Probablemente, en la mente de tres o cuatro personas». Es una declaración devastadora, porque viene a querer decir que los únicos «tres o cuatro» que podían conocer lo que ocurriría eran los líderes de los 19: no Bin Laden ni otros líderes de Al-Qaeda. Visto el nivel de infiltración y vigilancia mantenidos por la CIA contra Al-Qaeda y la aseveración de Tenet de que la CIA mantenía un agente cerca de Bin Laden, la única explicación posible de que los 19 no fueran detectados es porque no se comunicaron con, ni formaban parte de, Al-Qaeda, y porque evidentemente no obedecían órdenes de Bin Laden. A pesar de que Tenet afirma que las fuerzas especiales norteamericanas han descubierto una cantidad considerable de material de Al-Qaeda (documentos, vídeos, material informático, etc.) ninguna de los materiales [encontrados] contiene ni una sola prueba de que haya habido comunicación entre Al-Qaeda y los 19. La razón por la que los 19 no fueron detectados, de que su célula no hubiese sido infiltrada ni vigilada, es porque no formaban parte de Al-Qaeda y tampoco actuaban bajo las órdenes de Bin Laden, que estaba siendo vigilado por la CIA y era uno de los activos de la Agencia. Pese a que cientos de prisioneros de Al-Qaeda y algunos líderes talibán han sido interrogados (y torturados), no existen pruebas que vinculen a los 19 con Bin Laden.

Los vídeos de Bin Laden que según Rumsfeld y Bush constituyen una prueba de su vinculación con los 19, prueban de hecho lo contrario. En los vídeos, Bin Laden no asume la responsabilidad [de los atentados], aunque alaba e incluso celebra los ataques terroristas. Vista la naturaleza de su política y el apoyo que ha brindado al terrorismo, lo más seguro es que de haber sido el responsable se hubiera atribuido el mérito. Contrariamente a lo que ocurrió con los 19, la imagen de los talibán y de Al-Qaeda de mártires fanáticos por la causa se contradice con su comportamiento durante la «guerra». Decenas de miles se marcharon o se rindieron antes de librar una «guerra santa hasta la muerte». Se comportaron como haría un soldado ordinario que debe hacer frente a una adversario infinitamente más poderoso. En otras palabras, durante los últimos 5 meses no ha habido ningún grupo capaz de actuar con la misma precisión, organización y dedicación demostradas por los 19. El contraste entre la organización de los 19 y el hombre del «zapato bomba» vinculado con Al-Qaeda es sorprendente, y pone de manifiesto las diferencias existentes entre un grupo terroristas autónomo y bien educado y una red internacional terrorista incompetente, infiltrada, y falta de eficacia.

Las implicaciones de la ‘contrateoría’

Dado que los atentados del 11-S fueron organizados por un grupo aislado, es posible explicar por qué en los cinco meses siguientes no se han producido nuevas acciones. En consecuencia, la guerra contra Afganistán no se sostiene sobre base alguna. La ausencia de lazos entre el grupo de los 19 y cualquier red terrorista internacional quiere decir que la campaña internacional contra el terrorismo lanzada desde Washington se basa en suposiciones falsas y proyecciones futuristas bastante dudosas. La teoría de una conspiración internacional tramada desde Washington ha sido diseminada con el fin de justificar una campaña militar a escala global que tiene como objetivo la expansión de las bases norteamericanas en Asia Central, Filipinas, y Latinoamérica, justificar una intervención militar de carácter unilateral, y dejar al margen a los competidores europeos y japoneses en regiones estratégicas productoras de petróleo como el Próximo Oriente o el Mar Caspio. Al mismo tiempo, la propaganda de guerra contra el terrorismo sirve dentro de EEUU para reforzar a un Estado represivo, debilitar la oposición a los recortes masivos en la esfera social, e incrementar enormemente el nivel de militarización [del país], así como para silenciar cualquier voz que cuestione la teoría de una conspiración terrorista internacional.

La teoría de la conspiración ha creado una especie de psicosis bélica en EEUU que justifica la guerra sin fin y los sacrificios económicos crónicos, permitiendo a Washington planificar una nuevo imperio mercantilista en el que bombarderos e inversores van de la mano, colonizando nuevas regiones, ejerciendo el monopolio sobre mercados y recursos estratégicos, y marginando a sus competidores europeos.