El petróleo ha contribuido a un creciente poder sobre la naturaleza y los seres humanos; la competencia por su control ha provocado gran parte de las guerras del siglo pasado. El desarrollo armamentista tiene una estrecha relación con el petróleo: producción de armas, municiones e incluso también el desarrollo nuclear requieren abundante uso de combustibles fósiles.
El 1 de abril de 2007, el Ministerio de Minas y Energía del Ecuador anunció que el crudo hallado en el Parque Nacional Natural Yasuní se mantendría en el subsuelo como primera opción. Esta propuesta, impulsada por Acción Ecológica y organizaciones indígenas, busca detener la expansión petrolera en este santuario natural, hogar de especies del Pleistoceno y de pueblos indígenas no contactados.
La idea de «dejar el crudo en el subsuelo» se enmarca en un contexto global marcado por el pico petrolero, el aumento de los precios del petróleo y la crisis climática. Se evidencia una transición de una era de «petróleo fácil» a una de «petróleo difícil», llevando a la industria petrolera a buscar recursos en los últimos refugios naturales, poniendo en riesgo la riqueza ecológica y a las comunidades indígenas que allí habitan, amenazadas más que nunca en medio del cambio climático.
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