En un artículo anterior, se destacó el peligroso desequilibrio en Bolivia entre los casos de COVID-19 detectados y las pruebas aplicadas. Mientras el país ocupaba el puesto 97 en cantidad de casos, estaba en el 137 por número de tests, lo que representaba un enfoque ciego ante la pandemia. Se argumentó que la efectividad de la «Cuarentena Dinámica» dependía de una capacidad de testeo masivo, algo fundamental según expertos en salud pública.
A pesar de que se implementó una cuarentena temprana, esta resultó ser pasiva, ya que se esperaba que los pacientes buscaran atención en lugar de realizar un rastreo activo. Este enfoque curativo demostró ser ineficaz para cortar las líneas de transmisión del virus.