Los países latinoamericanos dependen de la valorización de sus materias primas en el mercado global, lo que hace crucial la reducción de costos de producción. Esta situación se agrava por el poder de corporaciones que buscan maximizar sus ganancias, forzando a los estados, especialmente a los menos desarrollados, a flexibilizar regulaciones ambientales y laborales.
Chile, considerado el «laboratorio del neoliberalismo», ha visto cómo la globalización comercial genera riqueza, aunque concentrada en un reducido grupo económico.