Desde el inicio de esta década, los agrocombustibles han sido promovidos como una alternativa a la crisis ambiental, recibiendo incentivos significativos de gobiernos en países del Centro. Sin embargo, es crucial abordar esta problemática desde una perspectiva integral que considere la deuda ecológica: la obligación de los países industrializados hacia los demás, resultante del expolio de recursos y el impacto ambiental global.
Este concepto de deuda ecológica está estrechamente vinculado a los patrones de consumo y producción del capitalismo. En el caso de Bolivia, la agroindustria y los latifundistas del oriente han liderado una intensa campaña para aumentar la producción de agrocombustibles, prometiendo altos precios, empleo y seguridad alimentaria a los pequeños productores. No obstante, es esencial reflexionar sobre las implicaciones ambientales y sociales de esta dependencia creciente de los agrocombustibles.