Bolivia no es litio lo único que reluce | Il manifesto 24 octubre 2024
América Latina | En el país más rico en «tierras raras», no está claro cuál será el impacto ambiental de la extracción. El colosal acuerdo amenaza otro tesoro: el agua. Comunidades locales: «No estamos en contra de extraer litio pero nos gustaría tener más información sobre qué pasará con nuestras tierras»
Sólo cuando cae la noche los turistas que cruzan la zona sur del Salar de Uyuni, una extensión de sal de 10.000 kilómetros cuadrados a 3.660 metros sobre el nivel del mar en el suroeste de Bolivia, ven un resplandor a lo lejos. «Es la planta de extracción de litio de Colcha K», explican los guías turísticos que casi nunca acceden a acercarse a ella.
Esos focos iluminan una de las plantas más estratégicas de Bolivia que desde hace quince años, gracias a la abundancia de sus recursos, cultiva el sueño de construir una industria pública en torno a la cadena de suministro del litio.
SEGÚN LA «ENCUESTA GEOLÓGICA» del Departamento del Interior de Estados Unidos, que cada año publica un dossier sobre la distribución de minerales y metales estratégicos, Bolivia es la nación que posee más litio en el mundo, con recursos estimados en 23 millones toneladas, la mayor parte de las cuales se concentran en la zona del Salar de Uyuni, y controla junto con Chile y Argentina aproximadamente el 53 por ciento de las reservas conocidas de litio.
UNA ABUNDANCIA que ha llevado a Bolivia al centro de atención de las potencias internacionales, China y Rusia sobre todo, pero también de la Unión Europea, que en 2024 aprobó un reglamento para fortalecer la autonomía estratégica en la adquisición de «materias primas críticas», tanto fomentando proyectos mineros en su territorio y diversificando el suministro de terceros países para reducir la dependencia de China.
CON ESTA PERSPECTIVA, EN 2023, UN GRUPO de empresas e inversores europeos, acompañados de representantes institucionales y embajadores de países de la UE, viajaron a La Paz, y en febrero siguiente el Ministro de Hidrocarburos de Bolivia, Franklin Molina, correspondió la visita a Bruselas.
LA ECUACIÓN BOLIVIA-LITIO ahora es reconocida mundialmente
Menos lo son las características del desafío que enfrenta el país sudamericano cuya Constitución establece que todos los recursos minerales son de propiedad estatal y en el que, por ley, todo el proceso de producción de carbonato de litio debe quedar en manos de la empresa estatal Yacimientos Litio Boliviano (Ylb). Las empresas privadas extranjeras se quedan con el suministro de tecnología para la construcción de las plantas, financiada por el Estado, y la posibilidad de hacerse cargo de la posterior fase de industrialización en empresas mixtas público-privadas en las que YLB conserva la mayoría.
Así, a 17 años del lanzamiento del proceso de cambio del expresidente Evo Morales, que pretendía desarrollar una industria pública del litio independiente de la injerencia internacional y capaz de retener el valor agregado del procesamiento, liberándose de la dependencia de los precios de las materias primas en el mercado, Bolivia aún no aparece en el mapa de los principales productores de carbonato de litio.
«NOS PREGUNTAMOS SI BOLIVIA REALMENTE podrá consolidarse en el mercado global», explica en el manifiesto Oscar Campanini a quien conocimos en Cochabamba en las oficinas del Centro de Documentación e información Bolivia (Cedib) -del cual es director-, quien desde hace investigando temas sociales y ambientales. «Por ejemplo, no sabemos con precisión qué parte de los recursos estimados son en realidad reservas extraíbles. En segundo lugar, la planta de producción de carbonato de litio, inaugurada a finales de 2023 tras una inversión pública de más de mil millones de dólares, funciona sólo al 30 por ciento de su capacidad», añade Campanini.
LA RAZÓN TAMBIÉN ES TECNOLÓGICA
Y para entenderla debemos remontarnos al Salar de Uyuni. Este antiguo lago, que se evaporó hace unos 11.000 años, guarda su tesoro en el agua salobre que fluye a pocos metros bajo su corteza, rica en minerales y metales, incluido el litio.
«Bolivia hoy utiliza la técnica de la evaporación: el agua se deja en grandes tanques y del compuesto restante se extrae litio. Un proceso que dura de nueve meses a un año y medio, porque aquí, a diferencia del desierto de Atacama, la estación húmeda frena la evaporación. Además, nuestra agua es rica en magnesio que, al unirse al litio, prolonga aún más el tiempo», continúa Campanini.
POR ESO EL GOBIERNO DECIDIÓ centrarse en tecnología que extrae litio directamente del agua. Un proceso que acelera los tiempos y aumenta la producción pero que implica bombear grandes cantidades de agua desde el subsuelo. «Un riesgo, porque no conocemos con precisión el complejo funcionamiento del sistema hidrogeológico del Salar» explica Gonzalo Mondaca, ingeniero ambiental e investigador del Cedib.
«Hoy el agua fósil y salobre mantiene un equilibrio con las reservas de agua dulce, que alimentan el delicado sistema de humedales que rodean el Salar, incluidas las lagunas por donde migran los flamencos. Para el gobierno, el agua, una vez extraído el litio, puede reinyectarse al subsuelo. Pero ¿Cómo sabemos que no alterará el equilibrio? Los únicos datos disponibles son los de las empresas extranjeras que respondieron a las dos convocatorias públicas lanzadas por el gobierno en 2021 y 2023 para la construcción de las plantas. Pero las empresas privadas tienen una visión funcional a la producción y ciertamente no basada en la conservación del ecosistema».
MIENTRAS TANTO EL PLAN CONTINÚA y en septiembre de 2024 YLB firmó el primer contrato para la construcción de una planta de extracción directa con Uranium One Group, parte de la empresa pública rusa Rosatom, por una inversión pública de 970 millones de dólares. «Lamentablemente, en el pasado no hemos podido dar la velocidad necesaria al desarrollo de este sector. Sin embargo, el Gobierno ha decidido proceder con determinación», explicó el presidente Luis Arce durante la rueda de prensa de presentación del contrato que, antes de entrar en vigor, deberá ser aprobado por el Parlamento. Entre las empresas seleccionadas con la convocatoria de 2021 que aún esperan contrato se encuentran también la china CATL (en un grupo con Brunp-Cmoc) y Citic Gouan, mientras que varias empresas europeas también respondieron a la convocatoria de 2023, entre ellas la italiana Protecno srl.
DE MOMENTO, EL CEDIB SE HA QUEJADO inmediatamente después de la firma, hay falta de transparencia:
«El Estado ha proporcionado poca información y no ha desarrollado su propia capacidad para monitorear la actividad de la empresa estatal, para evaluar su desempeño, su sostenibilidad y la eficiencia de los resultados. Baste decir que el servicio geológico nacional no participó en la recopilación de información», comenta Mondaca.
TAMBIÉN LAS COMUNIDADES LOCALES están preocupadas por la falta de transparencia. «No estamos en contra de extraer litio pero nos gustaría tener más información de lo que pasará con nuestras tierras. En particular al agua, recurso más preciado para la cría de alpacas y llamas y para el cultivo de la quinua, actividades que siempre han nutrido nuestra economía en armonía con la Madre Tierra”, explica Edson Muraña Flores, vecino de Cholcha K, gerente de una agencia de turismo. y ex representante indígena del pueblo Lípez que en 2011, después de décadas de movilización, vio reconocida la propiedad colectiva de las tierras (con excepción de aquellas ricas en recursos minerales que por ley son de propiedad estatal).
«Lamentablemente, aparte de algunas reuniones en las que nos hablaron de la importancia del litio para el desarrollo del país, nunca nos consultaron realmente, como exige la Constitución», concluye Muraña. Lo que quedará para las comunidades locales y los bolivianos en Mondaca aún está por entenderse: «Lamentablemente el Estado no ha involucrado a las universidades y centros de investigación, verdadero pilar de un proceso de industrialización, incluso más que el control estatal de los recursos. Baste decir que las únicas facultades de minería están en Oruro y La Paz, no en la región de Potosí, donde se encuentra el Salar.»
TAMBIÉN FALTA FORMACIÓN BÁSICA.
«Lo que significa que los puestos de trabajo especializados serán ocupados principalmente por personal de otras zonas de Bolivia o incluso de otros países, como ocurrió en otras minas de la zona». Pero mientras tanto «el verdadero tesoro del Salar está en peligro: el agua».
Redactado por: Daniele Nalbone e Ylenia Sina
Fuente en Italiano: https://ilmanifesto.it/bolivia-non-e-tutto-litio-quello-che-luccica?t=4Nh7qPgGkEN3YjfXOjb10