La paradoja de Bolivia: abundancia de litio, pero marginal en el mercado. (Página Siete. 2/05/23)
El Salar de Uyuni tiene recursos de litio metálico cuantificados en 21 millones de toneladas, pero su aporte al mercado mundial de carbonato de litio fue del 0,09% en 2022. Bolivia carece de peso en el mercado.
Desde 1981, cuando Bolivia supo por primera vez que era una potencia con yacimientos de litio metálico, calculados entonces en 5,5 millones de toneladas en el Salar de Uyuni, han pasado 42 años y desde que el gobierno de Evo Morales inauguró el 1 de abril de 2008 la nueva estrategia estatal para la explotación del Salar de Uyuni, han transcurrido 15 años.
Pese al tiempo y a que los recursos de litio de Bolivia han crecido por nuevos estudios hasta situarse en 21 millones de toneladas, el país sigue en una situación marginal respecto al mercado. En 2022, la planta piloto de la estatal Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB) produjo 617 toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE), igual al 0,09% (9 centésimas) de la producción mundial de 685 mil toneladas de LCE. La planta piloto funciona desde el 2013.
La desproporción entre el tamaño de los recursos y la producción es evidente, pero la historia del proyecto ha sido compleja y con muchos ángulos y su análisis excede el objetivo de este artículo que compara algunas cifras con las de Chile y Argentina para provocar interrogantes sobre la lentitud con que Bolivia recorre el camino para producir e industrializar su litio y la marginalidad en que aún se encuentra, pese a las inversiones millonarias realizadas.
La primera investigación sobre el litio fue realizada por la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y la francesa Oficina de Investigación Científico Técnica de Ultramar (Orstom, hoy IRD), que en 1981 establecieron la cifra de depósitos del mineral en 5,5 millones de toneladas, y en 1987 actualizaron la cifra a 9 millones.
Según los Estándares de Definición de Recursos y Reservas Minerales del Canadian Institute of Mining, Metallurgy and Petroleum (CIM), que es una norma de referencia internacional, los recursos son las existencias del mineral con una razonable perspectiva económica para una eventual extracción, y las reservas tienen una viabilidad comercial demostrada en un plan de explotación. En el primer caso cabe la incertidumbre, y en el segundo, destaca una mayor confianza.
Así, el Informe Mineral Commodity Summaries 2023, del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), publicado en línea en marzo, confirmó que los recursos de litio de Bolivia se mantuvieron en 2022 en 21 millones de toneladas, tal como se reportó en 2019 en la investigación realizada por la consultora SRK Consulting.
La cifra de 21 millones de toneladas representó en 2019 el 26% de los 80 millones de toneladas de litio reportados en el mundo. En 2022 el porcentaje bajó a 21,4% debido a los nuevos yacimientos reportados por otros países, que subieron la cifra global a 98 millones, producto de sus nuevas exploraciones.
Pese a ese potencial, Bolivia no ha reportado reservas cuantificadas propiamente dichas, y la falta de ese dato salta en los informes y análisis internacionales.
Los analistas bolivianos del litio como Juan Carlos Zuleta y Pablo Villegas han cuestionado que Bolivia no tenga reservas declaradas de metal y que las autoridades del sector a veces hablen de recursos y reservas como si fueran lo mismo.
Chile y Argentina aumentan sus recursos, reservas y producción
Si bien a nivel mundial, los recursos de litio metálico se situaron en 98 millones de toneladas el año pasado, las reservas quedaron en 26 millones de toneladas.
A diferencia del caso boliviano, Chile, Argentina -países con los que conforma Triángulo del Litio- sí reportaron recursos y reservas cada año desde 2019, mostrando un incremento en sus cifras, como se constata en los informes periódicos del USGS.
En 2022, Chile reportó 11 millones de toneladas de recursos en litio, y 9,3 millones en reservas. Es el tercero del mundo por nivel de recursos, después de Bolivia y Argentina, pero el primero en reservas certificadas y viables para la explotación.
Chile comenzó la producción de carbonato de litio en 1984 con la Sociedad Chilena del Litio, actualmente Albemarle, de Estados Unidos; y en 1997 con SQM, participada por la china Tianqui. Ambas operan en el Salar de Atacama, donde está el 90% del litio chileno.
En el año 2000, Chile producía 35.000 toneladas de carbonato de litio equivalentes, y en 2022, según datos oficiales, llegó a 207 mil, igual al 30% de la producción mundial de 685 mil toneladas de LCE. Chile se situó en segundo lugar después de Australia, que produjo 324 mil (47,3% de la cifra mundial).
Argentina, según los datos del USGS, es el segundo país del mundo después de Bolivia en recursos de litio metálico con 20 millones de toneladas, y el tercero con reservas cuantificadas de 2,7 millones de toneladas después de Chile (9,3 millones) y Australia (6,2 millones).
Argentina comenzó a tener una presencia ínfima en el mercado del litio a partir de 1998, con una producción de 6.000 toneladas, pero es recién en 2008 cuando comienza una producción significativa al alcanzar casi 17.000 toneladas de carbonato de litio equivalente.
En 2022, según datos de la Secretaría de Minería de Argentina, la producción de carbonato de litio equivalente fue de 33.000 toneladas, la cuarta en importancia del mundo al representar casi un 5% del mercado global.
Antes de Argentina, está China (101 mil toneladas, que representan un 15% del total).
Las empresas que producen carbonato de litio en Argentina son la estadounidense Livent Corporation en el Salar del Hombre Muerto, de Catamarca; y la australiana Allkem, asociada a Toyota y a la firma pública Jujuy Energía y Minas, en el Salar de Olaroz.
En el mundo, según el USGS, un 80% de la demanda de litio se explica por las baterías recargables para vehículos eléctricos.
Bolivia prevé más recursos
e inaugurar su planta industrial
A la vista de las cifras de Chile y Argentina, y de la experiencia de más de 25 años que llevan en el mercado de litio, los retos para Bolivia siguen siendo enormes desde su actual situación, incluso tras haber realizado inversiones que rondarían los 600 millones de dólares, de los 1.200 millones que fueron presupuestados en los últimos quince años, según datos de analistas.
Actualmente, el gobierno de Luis Arce está camino de anunciar un aumento de recursos de litio metálico del país tras una evaluación de los salares de Coipasa y Pastos Grandes. La nueva cifra, según el ministro de Hidrocarburos y Energía, Franklin Molina, podría duplicar los 21 millones de toneladas de litio metálico de Uyuni.
Asimismo, Bolivia prevé inaugurar su primera planta industrial de carbonato de litio para producir 15.000 toneladas anuales, pero los plazos en este proyecto nunca se cumplieron. Desde que en 2015 se encargó el diseño de la planta, con el inicio de su construcción en 2017 y el incumplimiento de su entrega en 2019, la planta afrontó muchos problemas. Actualmente el avance, según el Gobierno, es del 90%.
Si esa planta industrial funciona supondría el verdadero despertar del “gigante” salar después de 42 años desde 1981, cuando el geólogo francés Francois Risacher estableció que la maravilla natural de Uyuni era el resultado de la desecación del paleólago salado Tauca, hace 10.000 o 15.000 años, y que era muy rico en litio y otros minerales, aunque esa riqueza apenas ha sido explotada.
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