La minería en tierras bajas demanda más agua de la que puede encontrar en la región (Pieb, 5.07.13)
Periódico Digital PIEB 05-07-2013
Las explotaciones mineras en tierras chiquitanas demandan más agua de la que pueden proveer naturalmente los afluentes y lagunas de la región, dice Sara Crespo, responsable de Proyectos de Fundación PROBIOMA. Tal vez por eso una explotación minera es de por sí inviable, aunque ese panorama no impide que los capitales mineros pugnen por ingresar a la zona para extraer distintos metales.
Una estimación para cinco emprendimientos mineros (Mina Don Mario, SIDERESTE, El Mutún, Votorantim, Glosobyk) asentados en la Chiquitanía y el Pantanal boliviano, elaborada por Probioma, muestra que éstas demandarían 57,4 millones de metros cúbicos de agua por año. La provisión de estas aguas vendría de quebradas, pozos subterráneos, ríos y lagunas.
La Chiquitanía es una zona importante para los proyectos mineros, mientras al sur se ubican las cooperativas y actividades pequeñas, al norte está la mega minería con trabajos de extracción a cielo abierto en áreas protegidas, afectando un ecosistema de transición entre el bosque húmedo amazónico y el seco chaqueño. Los minerales están en las serranías del Precámbrico, que a la vez dan vida a los afluentes para las comunidades locales y que se complementan con el extenso reservorio de agua dulce superficial (los humedales del Pantanal).
La reserva municipal de vida silvestre del Valle de Tucavaca es cabecera de cuenca que alimenta los Bañados de Otuquis, y un importante yacimiento de hierro, manganeso y otros. Crespo dice que recientemente hubo un proceso de información de la población de Roboré sobre el proyecto minero impulsado por el consorcio Montecarlo, que fue rechazado por temor a la contaminación de las aguas que llegan a los campesino a través de vertientes. Esto es algo extraordinario porque las consultas públicas en la región se realizan desde 2009, y se han caracterizado por la falta de información hacia las comunidades interesadas.
Pero la situación no es la misma en el Mutún, donde se vive una realidad diferente vinculada a la frontera, dice Crespo. La realidad económica y política adquiere otra dimensión, y la población centra sus expectativas en la explotación minera, prima una lógica de sobrevivencia y cortoplacista en sus pobladores. En cuanto a los posibles impactos ambientales, un proyecto siderúrgico en el Mutún demandaría todavía más agua que la sola explotación minera.
Aunque se sabe que los estudios sobre recursos hídricos en la región son escasos y aislados, aún hace falta más monitoreos y otro tipo de investigaciones que muestren cuál es la capacidad de carga de las microcuencas, el impacto e la deforestación en los afluentes, la presión minera sobre las nacientes de las cuencas y la afectación a las comunidades.
Entonces si no existe agua suficiente, ¿se puede decir que la minería es inviable por sí misma? Crespo dice que sí, y que eso se refleja en que la misma empresa Jindal (ahora EMS) fue atrasando los procesos de producción y al final dejó claro que la explotación en el Mutún no puede continuar por falta de agua y de energía.
“Para la siderurgia, además de enormes cantidades de agua –dice Sara Crespo–, se necesita energía y la principal fuente de energía es de carbón mineral o vegetal. Aquí (en la región) sólo se cuenta con carbón vegetal para la demanda de la siderurgia, eso significa un nivel de deforestación alarmante en una región que ya tiene procesos de pérdida de bosque. A nivel interno (en Probioma) venimos hablando de que es momento de pararnos a pensar hasta dónde es realmente factible este proyecto (de Mutún). La evidencia nos muestra que a gran escala, como está planificado hacerlo, no es factible, no hay agua”.
La empresa transnacional estuvo a punto de obtener la autorización municipal para proveerse de agua de la Laguna Cáceres, pero en el proceso de negociación se redujo el caudal de ese cuerpo de agua. La siguiente intención fue proveerse de aguas internacionales, pero esto es todavía más difícil debido a las gestiones burocráticas.
Sara Crespo, responsable de Programas de Probioma, puede ser contactada en el correo: incidencia@probioma.org.bo