El «proceso de cambio» en el país ha llevado a la represión de opositores políticos y a restricciones a las libertades, debilitando la democracia. Los ideales de la Revolución Agraria han sido abandonados en favor de un modelo que favorece al gran empresariado agropecuario.
La redistribución de tierras y la gestión comunitaria han sido desplazadas por un enfoque que prioriza la concentración de la tierra y la producción agroindustrial, alineándose con un capitalismo globalizado que resulta excluyente e insostenible.