El río Jiguamiandó, ubicado en Carmen del Darién, Chocó, es un espacio ancestral compartido por comunidades indígenas y afrodescendientes. A pesar de sus diferencias culturales, estas comunidades han unido fuerzas para defender sus derechos frente a las amenazas de exploración y explotación minera. Jiguamiandó, cuyo nombre en lengua Emberá significa «aguas de fiebre», refleja la riqueza de la biodiversidad del Chocó biogeográfico.
Para el pueblo Embera, el equilibrio con la naturaleza es vital, y cualquier agresión a su territorio es considerada una ofensa. Realizan rituales para sanear la tierra y mantener su conexión con el entorno. Las comunidades afrodescendientes también ven el territorio como una fuente vital de vida y sustento, considerando que de él reciben todo lo que necesitan.